No todas las drogas son igual de peligrosas, ni producen los mismos efectos. Pero cuando llega la adicción, siempre se produce algún tipo de abandono de la vida propia, pues la droga se convierte en un refugio o “medicación” frente a los problemas y en una vía que asegura la consecución fácil de placer o relajación. La realidad es bien distinta: las drogas no hacen más que aumentar los problemas que ya de por sí pudiéramos tener.
Por norma general, las drogas alteran de una forma más o menos directa el sistema de recompensa del cerebro, provocando en él un importante aumento de los niveles de dopamina, un neurotransmisor encargado de recompensar los comportamientos naturales que nos dan “alegría”, como por ejemplo tener sexo o comer.
Sobreestimulando el sistema, las drogas suelen provocar sentimientos de euforia, relajación o placer en un primer momento, pero en poco tiempo estos efectos se van mermando porque las drogas se van haciendo cada vez más necesarias y para conseguir ese efecto las dosis cada vez han de ser más altas. De la euforia inicial, el adicto empieza a experimentar un efecto completamente contrario.
Ansiedad, cambios de humor, pánico o apatía son algunas de las consecuencias que podemos detectar en aquellos que consumen de manera regular, es decir, en aquellos en los que la toma de sustancias ilegales se ha convertido en una adicción.
El perfil del adicto
A pesar de la cuantiosa información con la que contamos en la actualidad, son cada vez más las personas que consumen drogas. El perfil del drogodependiente ha variado con el paso de los años, siendo cada vez más complicado identificar las adicciones y convirtiéndose estas en un problema de Salud Pública.
El consumo prolongado de estupefacientes tiene consecuencias nefastas tanto para el organismo como para las relaciones interpersonales. La desorientación y desmotivación personal o el estrés son algunos de los factores que pueden derivar en una toma excesiva como forma de evasión.
Pero tener el control de la vida, supone hacer frente también a los periodos de dificultad, a abrirse y a hablar de los problemas fomentando el desarrollo personal. A superar los baches que nos pone la vida plantándoles cara y sin la necesidad de recurrir a ayudas artificiales en forma de atajos.
La importancia de tener un sueño o deseo de vivir con dignidad.
Para el adicto, es fundamental tener un sueño, una meta que cumplir, aunque solo sea la de vivir una vida libre. Independientemente del tamaño del mismo o de lo que cueste alcanzarlo, tener una meta, ayudará a la persona a hacer frente a su adicción. Comprende que es ésta quien está tomando el control parcial o total de su vida.
En Impasse creemos firmemente en que el tratamiento personalizado con los pacientes son una parte esencial para que estos superen la adicción a las drogas. Por eso, les ayudamos a recuperar la confianza en sí mismos, a crear, recordar o recuperar sus sueños. Pero sobre todo, a que se conozcan internamente un poco más.
“No dejes que las drogas consuman tus sueños”