Sin tratar de relegar a un segundo plano todo lo malo que nos ha caído encima de repente, sin dejar de pensar en todo lo que hemos perdido tan rápido y el sufrimiento que nos ha traído y nos traerá esta pandemia, hay una realidad paralela que todos podemos ver pero que solo algunos pueden disfrutar, un mundo sin gente en las calles, sin ruidos, sin contaminación, sin exigencias, sin prisas, el aire limpio, los coches desaparecidos con sus motores rugientes, sus escapes podridos y sus malas vibraciones, el ajetreo, el parloteo y las miradas de la gente, un mundo sin competitividad visible, parado pero solo por unos meses, no para siempre. ¿Cuantas personas estarán reconfortándose con este clima de “casa de reposo”?. ¿Cuantas personas sin embargo estarán en sus casas deprimidas, con ansiedad, abatidas, al no soportar esta quietud, esta encerrona?, algunas tomarán ansiolíticos, otras no sabrán que hacer para disminuir su malestar, muchas contarán con compañía que les ayuda a amortiguar la tensión, y otras al contrario tendrán un infierno en casa con conflictos que todos podemos imaginar.
¿Cómo afecta esta situación a las personas que estaban acudiendo a nuestra consulta para recuperarse de un problema de adicción? ¿Cómo afecta a los adictos?
Los primeros que me vienen a la mente son un grupo numeroso de pacientes que están sufriendo mucho con el confinamiento, me refiero a los que no tienen un hogar que los acojan, los que estaban tan enganchados que no podrían detener su consumo incluso sin confinamiento. Esas personas están pasando ahora un infierno, ¿Cómo consiguen una jeringuilla? ¿Cómo consiguen dinero para comprar la dosis? ¿Cómo se desplazan hasta los puntos de venta? ¿Cómo soportan estar encerrados con su malestar? La sociedad no está pensando en ellos como no piensa en otros colectivos pequeños que en estos momentos de crisis general se hacen más invisibles de lo que eran habitualmente “bastante tenemos con lo que está cayendo, ya se las apañaran”
A parte de este grupo que lo está pasando tan mal en estos momentos, hay otros grupos que, previamente a que irrumpiera en nuestras vidas esta pandemia, no tenían una dependencia tan poderosa o tenían unos recursos personales o circunstanciales mejores y que en esta particular situación de confinamiento están pudiendo responder de otras maneras.
Hay un grupo de pacientes con características personales de dificultades para disfrutar de las relaciones, conflictos en cuanto a su sentimiento de autoestima, que están disfrutando de una especie de “respiro” tranquilizador al verse en una situación de protección de la mayoría de las amenazas a las que se veían sometidos cuando tenían que enfrentarse al mundo cada día. Están en casa, no tienen que ir a trabajar y contactar con los compañeros, etc., no serán juzgados, devaluados, observados, criticados, etc. Si además tienen en casa un ambiente de paz y amor se sentirán en una calma sorprendente de la cual en parte desconfiaran “a ver si me voy a acostumbrar y cuando salga será peor”, y en otra parte disfrutarán de un modo balsámico, como terapéutico.
Estas personas han detenido el consumo o su actividad adictiva, el confinamiento les ayuda a hacer una abstinencia que, viviendo el ambiente de paz y calma, se convierte en una especie de paraíso que no esperaban tener nunca, lo que hace de esta situación algo extraordinario, y si saben aprovecharlo meditando sobre ello, buscando como hacer cambios que les ayuden a iniciar caminos nuevos en los que puedan realizarse sin necesidad de consumir, habrá sido algo más que un paraíso pasajero.
Hay pacientes que se sentirían bien en este confinamiento si dispusieran de un hogar tranquilo, pero no disponen de él, en sus casas hay tensión, carencias económicas y/o afectivas o enfrentamientos históricos que ahora se recrudecen, falta de espacio, etc. En estos espacios los pacientes que podrían descansar en el confinamiento por sus características personales de necesidad de paz y tranquilidad, no van a poder hacerlo.
Hay pacientes que tienen características personales tendentes a enervarse en ambientes cerrados o privados de libertad, ellos verán elevarse su nivel de tensión o angustia teniendo que estar encerrados, les resultará mucho más difícil esta situación, algunos pueden hacer crisis de ansiedad, otros entrar en un bucle que puede llevarles a actuar de forma conflictiva al intentar calmarse.
Viñetas de Adictos en Confinamiento (nombres y otros datos totalmente ficticios)
Santiago 33 años, enganchado a alcohol y cocaína, comenzó a consumir a los 14 años, a los 23 consiguió hacer una abstinencia de 6 años, ahora lleva consumiendo de nuevo 4 años, trastorno psicótico con ideas suicidas y un sentimiento de abandono permanente causado por el siguiente circulo vicioso: está solo, con mucho esfuerzo consigue establecer vínculos sociales, consume y provoca rechazo en sus contactos, se distancian de él, vuelve a estar solo, y vuelta a empezar, sus contactos están ya desesperanzados con él y ahora vuelve a tener ideas suicidas. Santiago, con una inestabilidad emocional enorme, no es capaz de soportar el confinamiento y se las arregla para consumir a base de préstamos que no puede pagar y que su padre, después de pedir un crédito más para pagar su último internamiento, tampoco puede pagar ya. La desesperación es tan grande que vive en un riesgo grave de hacerse daño.
Luis 40 años, profesor de instituto, adicto a alcohol y cocaína, después de año y medio de terapia llegó al confinamiento con seis meses de abstinencia, lo pasa mal cuando tiene que enfrentarse a un escenario con público como es el de una clase de instituto, sufre cada vez que tiene que ponerse delante de sus alumnos, teme ser juzgado mal y se siente constantemente observado, disfruta cuando tiene que hacer trabajos en casa. En esta situación de confinamiento se encuentra mucho mejor “esto es como un paraíso, estoy tranquilo, no necesito consumir”, Luis es una de esas personas que el confinamiento ha ayudado a mantener su abstinencia y descansar de las amenazas con las que tiene que batallar cada día.
Juan 19 años, vive con sus padres, tiene una hermana 3 años menor que es ejemplar en todo, antes del confinamiento sufría de ansiedad y fumaba porros para calmarse. En esta situación se ha quedado sin recursos para adquirir sus porros, en casa todos parecen vivir en armonía ajenos a su malestar creciente. En vista de que no puede conseguir dinero le pide a sus padres par poder comprar algo y calmarse, sus padres se lo niegan con rotundidad y desaprobación absoluta, esa noche Juan no puede más y entra en un estado de máxima tensión desencadenando una actuación violenta rompiendo muebles y puertas, su padre me llama muy alarmado, le digo que en estos momentos de crisis sanitaria y social en los que no podemos acudir con normalidad a las consultas, lo mejor sería que le dé algo de dinero para comprar una pequeña cantidad de hachís, y cuando esté calmado que hable con él para que inicie unas sesiones online con un especialista.
Sergio 63 años, está en los últimos años de vida laboral, preocupado por su jubilación, tiene un trabajo estresante que ya solo le produce hartazgo y hastío. Adicto a la combinación de sexo+coaína, cada dos o tres semanas no podía evitar acudir a un burdel en el que le proporcionaban cocaína y no lograba salir de allí hasta pasadas entre 8 y 12 horas y gastado más de 5.000€, gracias a sus recursos personales y a su buena convivencia en pareja, además de la dificultad para acudir a ningún sitio por el confinamiento, ha parado el consumo, se encuentra en casa confinado y no quiere-puede pensar en nada ahora “no quiero pensar en nada, estoy tranquilo haciendo mis rutinas de lectura, pelis, limpieza, etc.”
Alfredo 46 años, ayudante de dirección de cine, casado con un bebé de un año, consumidor de cocaína desde joven, estaba luchando por la abstinencia con enormes dificultades para conseguirla justo antes de que llegara el tsunami del coronavirus, solo consumía en el trabajo cuando los compañeros se reunían, ahora en casa confinado, sin la presencia de la tentación y la imposibilidad de salir, teniendo que participar forzosamente en las actividades del hogar y con su pareja tirando de él, se encuentra en una placida abstinencia que le va a dar otra oportunidad en la vida.
7 ESCENAS DE ADICTOS EN CONFINAMIENTO
El confinamiento está afectando de manera muy desigual a las personas, hay personas que están encontrando en esta situación de quietud, de estancia en el hogar, de distanciamiento social, una oportunidad para descansar de ciertas tensiones y poder reponerse de su estrés. Hay otras que lo llevan peor porque tienen mayor necesidad de estímulos exteriores para activarse y se sienten algo decaídos, y también hay personas que no pueden soportar estar quietas, que necesitan el espacio abierto, también habría que tener en cuenta cual es la situación que se tiene en casa, si hay paz, amor, espacio, recursos económicos, o bien en casa hay enfrentamientos, tensión, agresión, falta de espacio, dificultades económicas, etc.
Los adictos, como cualquier persona, van a poder reaccionar a este confinamiento dependiendo de las circunstancias de su personalidad, nivel de adicción, y situación en el hogar.
Veamos seis ejemplos de situaciones de casos de personas que estaban en tratamientoque se están dando en estos momentos:
Santiago 33 años, enganchado a alcohol y cocaína, comenzó a consumir a los 14 años, a los 23 consiguió hacer una abstinencia de 6 años, ahora lleva consumiendo de nuevo 4 años, trastorno psicótico con ideas suicidas y un sentimiento de abandono permanente causado por el siguiente circulo vicioso: está solo, con mucho esfuerzo consigue establecer vínculos sociales, consume y provoca rechazo en sus contactos, se distancian de él, vuelve a estar solo, y vuelta a empezar, sus contactos están ya desesperanzados con él y ahora vuelve a tener ideas suicidas. Santiago, con una inestabilidad emocional enorme, no es capaz de soportar el confinamiento y se las arregla para consumir a base de préstamos que no puede pagar y que su padre, después de pedir un crédito más para pagar su último internamiento, tampoco puede pagar ya. La desesperación es tan grande que vive en un riesgo grave de hacerse daño.
Luis 40 años, adicto a alcohol y cocaína, profesor de instituto, , después de año y medio de terapia llegó al confinamiento con seis meses de abstinencia, lo pasa mal cuando tiene que enfrentarse a un escenario con público como es el de una clase de instituto, sufre cada vez que tiene que ponerse delante de sus alumnos, teme ser juzgado mal y se siente constantemente observado, disfruta cuando tiene que hacer trabajos en casa. En esta situación de confinamiento se encuentra mucho mejor “esto es como un paraíso, estoy tranquilo, no necesito consumir”, Luis es una de esas personas que el confinamiento ha ayudado a mantener su abstinencia y descansar de las amenazas con las que tiene que batallar cada día.
Elisa 19 años, adicto a los porros, vive con sus padres, tiene una hermano 3 años menor que es ejemplar en todo, antes del confinamiento sufría de ansiedad y fumaba porros para calmarse. En esta situación se ha quedado sin recursos para adquirir sus porros, en casa todos parecen vivir en armonía ajenos a su malestar creciente. En vista de que no puede conseguir dinero le pide a sus padres para poder comprar algo y calmarse, sus padres se lo niegan con rotundidad y desaprobación absoluta, esa noche Elisa no puede más y entra en un estado de máxima tensión desencadenando una actuación violenta rompiendo muebles y puertas, su padre me llama muy alarmado, le digo que en estos momentos de crisis sanitaria y social en los que no podemos acudir con normalidad a las consultas, lo mejor sería que le dé algo de dinero para comprar una pequeña cantidad de hachís, y cuando esté calmada que hable con él para que inicie unas sesiones online con un especialista.
Sergio 63 años, Adicto a la combinación de sexo+coaína, está en los últimos años de vida laboral, preocupado por su jubilación, tiene un trabajo estresante que ya solo le produce hartazgo y hastío., cada dos o tres semanas no podía evitar acudir a un burdel en el que le proporcionaban cocaína y no lograba salir de allí hasta pasadas entre 8 y 12 horas y gastado más de 5.000€, gracias a sus recursos personales y a su buena convivencia en pareja, además de la dificultad para acudir a ningún sitio por el confinamiento, ha parado el consumo, se encuentra en casa confinado y no quiere-puede pensar en nada ahora “no quiero pensar en nada, estoy tranquilo haciendo mis rutinas de lectura, pelis, limpieza, etc.”
Ernesto 26 años, adicto al juego online. Ernesto pertenece al grupo de personas que no soportan estar sin hacer nada, siempre muy activo para no pensar. Vive con sus padres, en tratamiento en nuestra consulta desde hace un año, estaba en una fase importante de consolidación de una abstinencia total de 4 meses conseguida con mucha dificultad. Trabaja en una tienda de ropa como dependiente, su trabajo era un elemento de contención importante al tenerle ocupado muchas horas, ahora le han hecho un ERTE y está confinado como todos, el resultado ha sido que a la semana de confinamiento no ha resistido y ha tenido una recaída total superando con mucho los niveles de pérdidas económicas, llegando ya a afectar a su familia, se encuentran en estos momentos desesperados, estamos gestionando un ingreso hospitalario que le proteja a él y su familia del desastre económico.
Alfredo 46 años, adicto a Cocaína, ayudante de dirección de cine, casado con un bebé de un año, consumidor desde 17 años, antes del estado de Alarma estaba luchando por la abstinencia con enormes dificultades para conseguirla justo antes de que llegara el tsunami del coronavirus, solo consumía en el trabajo cuando los compañeros se reunían, ahora en casa confinado, sin la presencia de la tentación y la imposibilidad de salir, teniendo que participar forzosamente en las actividades del hogar y con su pareja tirando de él, se encuentra en una placida abstinencia que le está dando otra oportunidad en la vida.
Mariano 43 años, adicto al sexo. Informático. Adicto a la pornografía desde la adolescencia, en tratamiento y evolucionando positivamente hasta que llegó el coronavirus. Vive solo y el confinamiento ha favorecido las actividades con las pantallas como una defensa frente al aislamiento, aunque cuenta con amistades con las que contacta por estos medios, tiene algo de trabajo que hacer y otros entretenimientos como las series o los vídeo juegos, ha aumentado sus visionados de porno debido a las largas horas de soledad a las que se ve sometido.