El sector del juego mueve en España miles de millones de euros cada año. Tanta es su repercusión que, hoy en día, la cultura de las apuestas se ha impregnado en la vida de gran parte de la población. Este crecimiento de popularidad de las casas de apuestas se ha debido principalmente al gran espacio publicitario online y offline que han ocupado, usando a personajes públicos como principales influyentes de su filosofía de juego. Sin embargo, no todo se debe a campañas publicitarias agresivas, sino que, desde la crisis de 2008, el número de locales de casas de apuestas no ha dejado de aumentar en los barrios obreros.
En el caso de Madrid, por ejemplo, la cifra de estos locales de apuestas ha aumentado en un 140% en aquellos distritos cuya renta media anual no supera los 25.000€ como Aluche, Usera o Vallecas.
El perfil de quienes acuden a estos locales también ha variado. En los últimos años, los jóvenes de entre 18 y 25 años de edad son ya más de un tercio del total de jugadores mientras que, a principios de siglo, los clientes más asiduos eran hombres casados, de entre 35 y 45 años.
Consumiciones a buen precio, a veces incluso gratis, poca iluminación, máquinas recreativas o la posibilidad de ver cualquier deporte gratuitamente son solo algunas de las razones por las que los jóvenes de los barrios más vulnerables escogen las casas de apuestas como su lugar de ocio. Muchos de estos jóvenes piensan que pueden ganarse la vida con el juego, atraídos por la facilidad con la que se consigue el dinero. Sin embargo, los datos muestran que casi el 90% de los jugadores pierde dinero apostando.
La elección, por parte de las empresas de apuestas, de abrir sus locales en barrios obreros no es aleatoria. En estos barrios se encuentra la gente más vulnerable ante adicciones al juego compulsivo, el alcoholismo o las drogas. La falta de recursos y de alternativas de ocio deportivo y cultural convierten el juego en una vía de escape de los problemas económicos y sociales a los que se enfrentan día a día las clases más desfavorecidas de estos barrios.
En Impasse Adicciones, debido a nuestros más de 30 años de experiencia, hemos tenido la posibilidad de tratar varios pacientes con este perfil: jóvenes de clase obrera, en paro y sin expectativas de futuro que comenzaron a apostar pequeñas cantidades de dinero en locales de apuestas y acabaron teniendo problemas de adicción al juego.
Uno de los problemas que observamos asiduamente en nuestras sesiones radica en el hecho de que a esta adicción se le haya atribuido el nombre de ‘juego’ y se perciba como tal. Aquellos salones de juego situados a pocos metros de colegios, parques o bibliotecas pueden parecerles divertidos a niños y jóvenes atacando directamente a su conciencia infantil.
Existen muchos argumentos en contra de las casas de apuestas y, desde las asociaciones vecinales, se lucha año tras año para frenar la proliferación de este tipo de locales. Los vecinos consideran que se aprovechan de los más necesitados y, por ello, piden una regulación más estricta.
La normalización de las casas de apuestas tiene un preocupante y claro resultado: el aumento de personas con adicción al juego o ludopatía.
En nuestro centro trabajamos constantemente para ayudar, de una manera más efectiva, a las personas que sufren este tipo de conductas adictivas, permitiéndoles así mejorar en todos los ámbitos de su vida.