El conocido como Chemsex, abreviatura de «chemical sex» en inglés, es una práctica que ha ganado notoriedad en los últimos años y que surge de la unión entre drogas y sexo .
Las sustancias más comúnmente asociadas con el chemsex son las metanfetaminas, la mefedrona, el GHB o la ketamina, ya que generan efectos eufóricos y desinhibidores en quien las consume y pueden intensificar la experiencia sexual. Sin embargo, este fenómeno ha generado preocupación en la sociedad y en los profesionales de la salud, ya que combina dos factores de riesgo y puede generar una gran adicción tanto al sexo como a las sustancias.
En este artículo, exploraremos el chemsex, sus riesgos y consecuencias, así como las posibles medidas para abordarlo.
Diferencias entre uso recreativo de drogas y el chemsex
El consumo recreativo de drogas y el uso de drogas en el contexto del chemsex son dos cuestiones distintas. A continuación, comentamos las dos diferencias clave entre ambas:
Contexto
El consumo recreativo de drogas se refiere al consumo de sustancias psicoactivas en un entorno de ocio, como una fiesta o un concierto. Por otro lado, el chemsex implica el uso de drogas en el contexto de encuentros exclusivamente sexuales, a menudo en lugares como saunas, clubes y domicilios privados.
Propósito
El consumo de drogas en el contexto del chemsex tiene como único objetivo mejorar la experiencia sexual y prolongar los encuentros sexuales. En el consumo recreativo de drogas, las motivaciones pueden ser diversas, aunque freceuntemente son sociales o para incrementar la intensidad de la experiencia.
¿Por qué se practica el Chemsex?
El chemsex no es una práctica homogénea, y los motivos para participar pueden variar ampliamente. Algunas personas pueden buscar una intensificación de la experiencia sexual, mientras que otras pueden recurrir al chemsex como una forma de escape de las presiones sociales o problemas personales. La cultura de la apariencia, la aceptación y la búsqueda constante de experiencias novedosas puede ejercer presión sobre las personas.
Desmitificar el chemsex implica examinar cómo las expectativas culturales y sociales pueden contribuir a su práctica. De esta manera, podemos trabajar hacia entornos más comprensivos y menos propensos al estigma, fomentando conversaciones significativas sobre el placer, la salud y el bienestar.
Los riesgos y consecuencias del Chemsex
Aunque el chemsex puede parecer una experiencia placentera para algunos, implica riesgos significativos para la salud física y mental. Es importante que las personas estén informadas sobre los riesgos del chemsex y que busquen apoyo si necesitan ayuda para dejar de participar en esta práctica.
- Uno de los peligros más evidentes es el abuso de sustancias, que puede llevar a adicciones y complicaciones médicas graves como la deshidratación, la sobredosis y el daño a los órganos internos. La combinación de drogas puede agravar estos riesgos, especialmente si se consumen en grandes cantidades. Además, el sexo desinhibido sin protección puede aumentar el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual (ETS), incluyendo el VIH.
- El chemsex también puede tener consecuencias emocionales negativas. Las drogas utilizadas durante el chemsex pueden aumentar la excitación sexual y reducir la inhibición, pero también pueden llevar a la depresión, la ansiedad y la paranoia. El uso excesivo de drogas también puede conducir a la dependencia y agravar las condiciones de salud mental preexistentes.
- Las personas que practican el chemsex a menudo se involucran en encuentros sexuales múltiples y pueden estar expuestas a situaciones de alto riesgo debido al consumo de drogas en compañía. El uso compartido de agujas y otros materiales puede aumentar el riesgo de contraer infecciones de transmisión sanguínea, como la Hepatitis C. Además, el chemsex puede afectar negativamente las relaciones personales y laborales, lo que puede llevar a problemas legales como la detención por posesión o consumo de drogas ilegales.
Enfoques Preventivos y de Tratamiento
Dado los riesgos asociados con el chemsex, es necesario abordar este fenómeno desde una perspectiva preventiva y de tratamiento. La educación sobre drogas y sexualidad, especialmente dirigida a comunidades vulnerables, es esencial para aumentar la conciencia sobre los riesgos involucrados.
Además, es crucial proporcionar recursos y servicios de salud mental para aquellos que enfrentan problemas relacionados con el chemsex, la adicción al sexo o a las drogas. La intervención temprana y el acceso a tratamientos especializados pueden ayudar a prevenir complicaciones a largo plazo.
La promoción de entornos de apoyo, así como la desestigmatización de la salud sexual y mental, son pasos importantes para garantizar que aquellos que participan en el chemsex no se sientan alienados ni juzgados.
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