Cómo se genera la adicción: un viaje desde el consumo al círculo de la dependencia

Fernando Botana Núñez

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La adicción es una de las batallas más complejas y difíciles de entender, tanto para quienes la padecen como para quienes la observan desde afuera. No empieza de un día para otro. Se trata de un proceso progresivo en el que la persona queda atrapada en un ciclo de consumo y dependencia, hasta que esa conducta o sustancia se convierte en el centro de su vida.

Pero, ¿cómo se genera realmente una adicción? ¿Por qué algunas personas parecen más vulnerables que otras? En Impasse Adicciones, trabajamos para que cada paciente y sus familias comprendan mejor cómo se desarrolla la adicción, con el fin de facilitar un tratamiento más efectivo y una recuperación sostenible.

El primer paso: la exposición inicial

Toda adicción empieza con la exposición a una sustancia o comportamiento que inicialmente genera placer, alivio o una sensación de escape. Ya sea el alcohol, las drogas, el juego, la comida o incluso la tecnología, las personas suelen sentirse atraídas por la sensación de recompensa inmediata que estas actividades proporcionan. Sin embargo, es importante entender que no todo el que consume una sustancia o participa en una actividad placentera se volverá adicto.

Entonces, ¿por qué algunas personas desarrollan una adicción y otras no?

El cerebro y el sistema de recompensa

La clave está en el cerebro. Cuando consumimos una sustancia o realizamos una actividad que nos proporciona placer, el cerebro libera dopamina, un neurotransmisor que refuerza esa sensación de bienestar. La dopamina actúa como un «premio» que nos motiva a repetir esa acción. Es un sistema que funciona de forma natural para cosas esenciales como comer o relacionarnos socialmente.

Pero cuando se introduce una sustancia adictiva, este sistema se ve alterado. Las drogas, el alcohol o incluso el juego patológico provocan una liberación de dopamina más intensa y rápida que los estímulos naturales. El cerebro interpreta esto como una experiencia altamente gratificante y comienza a asociar esa sustancia o conducta con una recompensa segura.

Con el tiempo, el cerebro se adapta a estas cantidades anormales de dopamina, y es aquí donde comienza el problema. La persona necesita consumir más para obtener el mismo efecto, lo que genera un proceso de tolerancia. A medida que el cerebro se habitúa, la capacidad de experimentar placer en otras áreas de la vida disminuye, lo que lleva a la persona a buscar constantemente esa recompensa mediante la sustancia o conducta.

La transición hacia la dependencia

Lo que empezó como un comportamiento controlado o esporádico se convierte en una necesidad. El cuerpo y la mente ya no funcionan de la misma manera sin la sustancia. Esta fase de la adicción, conocida como dependencia, es cuando la persona no solo quiere consumir, sino que necesita hacerlo para evitar malestar físico o emocional.

En este punto, el consumo deja de estar relacionado con el placer, y se convierte en una forma de evitar el malestar. El individuo experimenta síntomas de abstinencia cuando no consume: ansiedad, irritabilidad, fatiga, e incluso síntomas físicos como temblores, sudoración o náuseas. Consumir ya no es una opción, sino una necesidad para funcionar «normalmente». El círculo se cierra, y la persona queda atrapada en la espiral de la adicción.

Factores de riesgo: ¿por qué algunas personas son más vulnerables que otras?

No todas las personas expuestas a sustancias o conductas adictivas desarrollan una adicción. Existen factores individuales, sociales y biológicos que pueden aumentar el riesgo:

  1. Genética: Diversos estudios indican que la predisposición genética puede hacer que ciertas personas sean más propensas a desarrollar una adicción.
  2. Entorno social: Un ambiente donde el consumo de sustancias es normalizado o estimulado aumenta las probabilidades de desarrollar una adicción.
  3. Factores psicológicos y emocionales: La presencia de trastornos mentales como la ansiedad, la depresión o el estrés postraumático puede empujar a una persona a buscar alivio a través de sustancias o comportamientos adictivos.
  4. Edad de inicio: Cuanto más joven sea una persona cuando empiece a consumir o a participar en conductas adictivas, mayor será el riesgo de desarrollar una adicción. El cerebro adolescente, aún en desarrollo, es especialmente vulnerable a los efectos de sustancias como el alcohol o las drogas.
  5. Disponibilidad de la sustancia: Si una persona vive en un entorno donde las drogas, el alcohol o el juego están fácilmente al alcance, es más probable que desarrolle dependencia.

Pero el craving en adicciones no es invencible. Con las herramientas adecuadas y un enfoque terapéutico personalizado, las personas pueden aprender a gestionarlo e incluso, con el tiempo, reducir su frecuencia e intensidad.

El papel del refuerzo negativo: consumir para evitar el malestar

Un aspecto crucial en el desarrollo de la adicción es el paso del refuerzo positivo (consumir para obtener placer) al refuerzo negativo (consumir para evitar el malestar). La sustancia o conducta deja de ser una fuente de placer y se convierte en una forma de escapar del sufrimiento.

El cerebro, condicionado a buscar el alivio del malestar, se vuelve extremadamente reactivo ante señales internas (estrés, ansiedad, tristeza) o externas (lugares, personas, situaciones) que, en el pasado, han llevado al consumo. Esto refuerza el ciclo de la adicción, haciendo que la persona sienta que la única forma de escapar de su malestar es volver a consumir.

Fase de dependencia total: Cuando la adicción toma el control

La dependencia total ocurre cuando la persona ya no puede funcionar sin consumir la sustancia o practicar la conducta adictiva. En esta fase, la adicción toma el control de todos los aspectos de la vida del individuo, afectando tanto lo personal como lo social y lo profesional. El consumo se convierte en una prioridad absoluta, desplazando otras responsabilidades, relaciones y actividades.

El «tocar fondo»: La etapa crítica de la adicción

En la adicción, el «tocar fondo» es el momento en el que el deterioro llega a un punto extremo. La persona se enfrenta a una crisis vital, donde las consecuencias de la adicción se vuelven tan severas que ya no pueden ser ignoradas.

Tocar fondo no es igual para todos. Para algunas personas puede significar la pérdida del empleo o el quiebre de relaciones significativas; para otras, puede ser una crisis de salud o un encuentro con la justicia. En muchos casos, este es el momento en que las personas reconocen la magnitud del problema y comienzan a buscar ayuda.

Señales de que una persona ha tocado fondo:

  1. Consecuencias graves en la salud: Enfermedades físicas relacionadas con el consumo.
  2. Pérdida de relaciones importantes: Amigos y familiares se alejan o establecen límites claros ante el comportamiento destructivo del adicto.
  3. Problemas legales o económicos: Debido a la incapacidad de mantener un comportamiento responsable.
  4. Desesperación emocional: La persona puede sentir que ha perdido todo y que su vida está fuera de control.

Para muchos, este punto es el más oscuro, pero también puede ser el primer paso hacia el cambio.

El inicio de la recuperación: Buscar ayuda

El momento en que alguien decide buscar ayuda marca el comienzo de la recuperación. Esta decisión no siempre es fácil; muchas personas sienten miedo, vergüenza o incredulidad ante la idea de que pueden cambiar. Sin embargo, en Impasse Adicciones, hemos visto cómo cada paso hacia la recuperación es una victoria.

El proceso de rehabilitación: Construir una nueva vida

La rehabilitación es más que simplemente dejar de consumir. Es un proceso en el que la persona reconstruye su vida, aprendiendo nuevas maneras de enfrentar sus problemas y encontrar placer sin recurrir a la adicción.

Elementos clave de la rehabilitación:

  1. Desarrollar habilidades de afrontamiento: la persona aprende a gestionar sus emociones sin recurrir a la sustancia o conducta adictiva. Esto incluye herramientas para manejar estados emocionales que pueden haber sido desencadenantes del consumo.
  2. Restaurar las relaciones: La adicción suele causar daños significativos en las relaciones personales. Parte del proceso de rehabilitación incluye reconstruir la confianza y fortalecer los vínculos con familiares y amigos.
  3. Crear una nueva identidad: La persona que ha sido adicta durante mucho tiempo puede sentirse perdida cuando ya no está consumiendo. Rehabilitación significa crear una nueva identidad basada en hábitos saludables, objetivos claros y una vida más plena. Esto puede incluir descubrir nuevos intereses, pasatiempos o actividades que no estaban presentes durante el consumo.

Cómo romper el ciclo: el tratamiento en Impasse Adicciones

En Impasse Adicciones, abordamos la adicción desde una perspectiva integral, reconociendo que no se trata solo de «dejar de consumir», sino de reestructurar todo el sistema de recompensas y respuestas emocionales del paciente. El tratamiento tiene que ir más allá de la abstinencia y trabajar en las raíces de la adicción.

Si necesitas ayuda, crees que alguien de tu círculo cercano puede necesitarla o deseas más información sobre nuestros tratamiento, no dudes en llamarnos al 667 73 81 89 o 91 361 66 56.

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En Impasse, Fernando Botana atiende a las personas que vienen a tratarse de manera individualizada y exclusiva. Impasse Adicciones ofrece de esta manera un tratamiento de adicciones en Madrid con un altísimo porcentaje de adhesión por parte de pacientes que han fracasado con otros tratamientos.

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